Desajuste

¿Qué le pasa a mi cuerpo?
¿Por qué me siento así?

 

Me he tomado la libertad de crear una pestaña sólo para este tema porque la experiencia siempre te enseña más que los libros.

Hablo de desajuste hormonal femenino porque no es para nada similar un desajuste hormonal masculino que uno femenino.

Creo que el tema hormonal femenino es un mundo por el que aún quedan muchas cosas por explorar y ni los ginecólogos pueden responder a todas las preguntas. Cuando una mujer presenta un desajuste hormonal, o la caída de sus hormonas, hay diagnósticos que se te regalan como el de ansiedad, depresión (depresión postparto)…, y son ciertos, pero el trasfondo es otro, y es el de tener las “hormonas encabronadas” o “ desastre hormonal”. No suena muy científico ni profesional, lo sé.

Y cada mujer es un mundo como los síntomas que puede presentar. También depende de las circunstancias (vitales o inesperadas) por las que se ha dado ese desajuste hormonal o de si es un descenso hormonal evolutivo o radical. De la edad que tengamos... Los síntomas se pueden desarrollar de forma leve o severa, e incluso, ser asintomáticas.

Lo que siente una mujer en estas circunstáncias sólo lo siente ella. Y la cuestión es esa, que podemos estar “jodidas” y lo más seguro vamos de médico en médico, de diferentes áreas, intentando que alguien ponga solución a los que nos pasa.

Y ahí entra en juego el término “empatía”. Es un término que deberíamos conocer todos, como personas, da igual a lo que te dediques, todos somos personas, pero si nuestro trabajo implica además tratar con gente, como las profesiones sanitarias, hay que ver más allá y ver que las personas sentadas al otro lado de la mesa son personas que sienten y padecen, cada una a su manera. Y ahí la diferencia de trato, de si entienden cómo nos sentimos o sólo nos crean un expediente médico con un número.


Y aunque nuestro problema no tenga solución encontrar a alguien que te entienda puede hacer que todo cambie.

Nuestro cuerpo está pasando por fluctuaciones hormonales además de por un descenso de estrógenos y estas fluctuaciones hormonales pueden durar años hasta que en la menopausia se estabilicen.

Y lo que aprendí es eso, que en mi trayectoria me he encontrado con personas y personas, y hay que saber en que hombro lloras porque no todos valen aunque tengan mucho expediente académico o un determinado puesto público. Hay que aprender a seleccionar personas o a desechar personas. Algo bueno de esta situación es que siempre tenemos una excusa perfecta para justificarnos, como cuando te pones a llorar de repente en sitios inapropiados: “mira, es que no soy yo, son mis hormonas”.

 

Lo que quiero decir o resaltar es que puedes meterte en un bucle de profesionales y lo que sientes es que vas perdida por el mundo, de uno a otro. Y descubrí que el que te tiende una mano es el que te ayuda de verdad, y desafortunadamente, casi siempre es porque se ha sentido identificado contigo por algo personal que le ha rodeado o ha padecido él mismo, pero sabe cómo conectar contigo. Eso se llama “acoger” y que alguien te acoja no es fácil, tampoco dífícil, pero tiene que querer y saber.

 

Sintomatología:

Sintomatología hay mucha, yo destacaría sobretodo el “sentirse loca”, como insomnio, cambios corporales, de peso, desproporcionabilidad emocional, niebla mental que no te deja pensar, pérdida de memoria, irritabilidad, depresión, fatiga, desmotivación, que las cosas cotidianas se te hagan un mundo, ansiedad, taquicardias, migrañas, disminución de la fertilidad o infertilidad, colesterol, periodos menstruales irregulares o dolorosos, sofocos,.. los sofocos me hacen gracia porque en mi caso no es que tuviera de repente un poco de calor, es que te estás quemando viva por dentro y nadie lo sabe y tú no puedes ni respirar y empiezas a sudar como si llevaras cuatro horas corriendo (empapas la ropa que lleves puesta), todo eso en cuestión de segundos, y cuando acaba el incendio suele venir el frío. No son sólo nocturnos, también pueden ser diurnos (esto con un abanico en una mano y una chaqueta en la otra, se puede solucionar. Y desodorante en el bolso). En el fondo es como sentir que has cambiado, que no eres tú, y cualquier esfuerzo que haces por volver a sentirte tú se va al traste porque sí, sintiendo que no controlas tu cuerpo. Y llega la impotencia y la pasividad. Y estás cansada de luchar, es como nadar contra corriente día tras día. Hay días que sales a nadar y disfrutas del mar, está en calma, estás agusto y disfrutas, pero empieza la marea en contra, acaba con tus fuerzas y ya te dejas llevar por ella. Al final dejas de salir a nadar por mucho que te guste.

 

Tratamiento:

Un tratamiento hormonal puede ayudar bastante a paliar los síntomas, lo malo, es que no todas las mujeres pueden optar a ese tratamiento. A otras les puede ayudar la toma de ansiolíticos o antidepresivos. También puede ayudar la toma de suplementos y una buena alimentación, o hábitos saludables como el deporte. El dormir más de cuatro horas seguidas…

Pero sobretodo, el tener un buen apoyo emocional que conecte contigo, que puede ser un médico, un psicólogo, un amigo, un familiar, tu pareja, un compañero de trabajo, la persona que se ha sentado ese día a tu lado en el tram o tu carnicera. Si necesitas ayuda búscala, pero elígela sabiendo que te ayuda de verdad ese apoyo.

La cuestión no es dejar de salir a nadar sino de buscarte una buena boya porque habrán días que nadarás sin problemas durante dos horas seguidas pero habrán otros que a los diez minutos ya no sepas ni te acuerdes de cómo se nada, y te estarás ahogando y pasándolo mal, pero si tu boya te ve así y te dice: mira hoy no me apetece nadar, ¿por qué no salimos del mar y nos vamos a desayunar?. La vida cambia. Porque si fuera por tí hubieras luchado por nadar dos horas aunque no puedas, simplemente porque eso puedes hacerlo porque lo has hecho mil veces, y te dejas la vida en el intento. La boya lo que hace es que desconectes de esos momentos de lucha inútiles donde tienes la partida perdida y le da otro enfoque.

Y permítete cuidarte, y regálate momentos para tí misma, aunque sean para cosas pequeñas como pintarse las uñas. Roma no se construyó en un día pero si que empezó con una piedrecita.